La reparación del alternador en Irán

3 minutos de lectura     September 19, 2014

Uno de nuestros miedos cuando estábamos en España era tener problemas mecánicos en Irán. A diferencia de otros países, allí directamente nuestra moto está prohibida, por lo tanto no existe un mercado con piezas de recambio, y peor aún, los mecánicos supuestamente no conocen este tipo de motos. Pero cuando llegamos a Teherán en pick-up, me presentaron a Sam, una celebridad local. Había sido piloto de motos y cuando se retiró pasó a ser mecánico durante mucho tiempo. Un tipo carismático y transparente. Cuando nos dijo que dejásemos la moto en sus manos, no lo dudamos.

Al día siguiente volvimos al circuito de carreras, que se convertiría en nuestro taller. Sam abrió la moto y efectivamente el alternador parecía un calamar tostado.

Alternador

No pasaba electricidad a la moto. Buscaron un alternador nuevo de BMW, pero imposible. Es curioso, pero a pesar de que las motos grandes están prohibidas, la gente que se lo puede permitir tiene auténticas joyas allí. Motos deportivas, custom, trail, de todo. Incluso los últimos modelos, por eso estuvieron buscando una BMW GS pero no tuvimos suerte. Nuevamente se mandaría el alternador a reparar y en una semana lo tendríamos. Para volver a la casa de Daniel (la familia alemana que nos permitió pasar un par de semanas en su casa) a 25km, me pidieron que llevase la Ducati Monster recién reparada. Si el tráfico de Teherán ya es complicado, en una moto que no es la tuya y mucho más baja resultó aún más complejo. Pero llegué a la casa y dos metros antes de cruzar la puerta, la Ducati se paró. La gasolina de Irán es de mala calidad (pocos octanaje) y no todos los vehículos funcionan con ella. Eso es lo que le pasó a la Ducati, una pena porque es una moto que traía Anette desde Alemania cruzando todo tipo de carreteras.

Unos días después estaba nuevamente en el circuito con Sam. Se habían encargado de todo y teníamos la moto reparada, podíamos continuar viaje. La sorpresa llegaría a la hora de pagar. Generalmente no hacemos nada sin saber el precio, pero en Irán es muy fácil verte envuelto en un mar de llamadas, ayudas y gente, sin enterarte absolutamente de nada. Así que cuando me dijeron que no me preocupase por el dinero (frase que me aterra porque sé que suele significar lo contrario) esta vez decidí confiar en Sam, entre otras cosas porque era imposible conseguir una cifra del coste total.

Cuando fuimos a pagar Sam se negó a cobrar absolutamente nada por el tiempo dedicado a la moto. Dijo que a los amigos no les cobraba, que lo que le importaba es que siguiésemos con el viaje, que pagase únicamente a quien había bobinado a mano el altenador. Fuimos a un despacho, me reuní con el del bobinado, y otro tanto, no me dejaban pagar nada. Insistí varias veces, no había forma, era un invitado y lo único que querían era que tuviésemos mucha suerte para que llegásemos enteros a Vietnam. Así terminaba una avería en uno de los países que mejor nos ha tratado.

Queremos dar las gracias en primer lugar a Sam, el tipo enorme que aparece en la foto con el pulgar hacia arriba.

Sam, un tío inolvidable

Como siempre, no es el hecho de regalarnos algo ni que nos sacase del problema, lo que define a Sam es cómo ha hecho todo desde el principio. Un tío con una honestidad que se ve a kilómetros. Si le va bien en la vida no es por casualidad, realmente se hace querer. Por otra parte queremos agradecer la ayuda al circuito de Teherán. Desde el día que llegamos arrastrando la moto hasta que nos hemos ido, se han preocupado de todo permitiéndonos dejar la moto en sus instalaciones. Y por último e igual de importante, agradecer a Daniel y su familia el habernos dejado su casa durante ese tiempo echándonos una mano con todo.

Facturas
Facturas que no nos dejaron pagar. En total saldría por unos 70€.